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Entidad oncológica especializada en prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer.
Sólo en el 2020 el cáncer de pulmón ha causado la muerte de 1,8 millones de personas en el mundo, lo que representa un un grave y preocupante problema de salud pública, teniendo como principal factor de riesgo el consumo de tabaco, según indica el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) citado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el Perú, entre 2019 y 2022, se han diagnosticado más de 3600 casos de cáncer de pulmón, según los registros de EsSalud, el Seguro Social de Salud. De ese total, Lima representa el 59%, lo que equivale a 2142 casos.
De acuerdo con la Sociedad Americana Contra El Cáncer, las personas diagnosticadas con cáncer al pulmón superan los 65 años, mientras que otro número reducido con esta enfermedad tienen 45 años.
Es por esta realidad que cada 17 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Pulmón, con el objetivo de concientizar a las personas sobre sus riesgos y consecuencias que pueden resultar mortales. Te invitamos a seguir leyendo este artículo para conocer más acerca de esta neoplasia.
El cáncer de pulmón ocurre cuando las células de estos órganos se degeneran y empiezan a multiplicarse de forma que no se puede controlar. Su división rápida y excesivo crecimiento, destruye el tejido sano que las rodea y empiezan a expandirse, incluso llegando a otras partes del cuerpo.
Por lo general, este tipo de cáncer aparece en las células que revisten los bronquios, en los bronquiolos o en los alvéolos.
Hay dos tipos de cáncer de pulmón que se diferencian en función del tamaño y apariencia de las células malignas. Esto va a condicionar el tratamiento que se le da a cada uno.
También conocido como el cáncer de pulmón de células no pequeñas, es el más común – entre el 80% y 85% de diagnósticos son de este tipo. Es un cáncer menos agresivo y crece lentamente, produciendo una metástasis en un plazo más largo de tiempo.
Las probabilidades de curarse y la esperanza de vida son mucho más altas en el cáncer de pulmón de tipo no microcítico y suele ser tratado con radioterapia y quimioterapia.
El cáncer de pulmón no microcítico se puede dar en diferentes zonas del órgano. Dependiendo del tipo de células que afecta, se puede clasificar en estas subcategorías:
Carcinoma escamoso. Se da aproximadamente en el 40% de los casos y es la principal forma de cáncer de pulmón. Se origina en las células escamosas que recubren el interior de las vías respiratorias, especialmente en la parte central del pulmón cerca a los bronquios.
Adenocarcinoma. Se produce en el 35% de los casos de cáncer de pulmón. Se ha encontrado en personas fumadoras pero, curiosamente, es el principal cáncer de pulmón en los no fumadores y en personas jóvenes. Generalmente ataca la zona externa del pulmón, por lo que su diagnóstico es más rápido.
Carcinoma de células grandes. Es poco frecuente y se da en el 10% de los casos. Se caracteriza porque crece muy rápido y puede aparecer en cualquier parte del pulmón.
Se da en el 15% de pacientes y se le conoce como cáncer de células de avena o de células pequeñas.
Este tipo de cáncer de pulmón crece de forma rápida y muy agresiva. Cerca del 80% de estos diagnósticos se hacen cuando la enfermedad ya está muy extendida o hizo metástasis en otros tejidos.
Al ser de rápido crecimiento, responde mejor al tratamiento con quimioterapia, radiación, cirugía, láser y, en casos especiales, terapia fotodinámica.
Como otras neoplasias oncológicas, el cáncer de pulmón suele presentar síntomas cuando ya está en un estado avanzado. Sin embargo, las molestias que aparecen son similares a las de un resfriado común o alguna otra afección respiratoria de poca complejidad. Es por eso que si estas persisten por más de cuatro semanas, es importante acudir al médico.
Los primeros síntomas del cáncer de pulmón pueden ser la dificultad para respirar, dolor de pecho y tos que no desaparece. Con el tiempo, los pacientes pierden mucho peso de forma repentina y presentan expectoraciones, algunas veces son sangre. Además, les cuesta trabajo respirar y pueden presentar fiebre.
Otros síntomas son la fatiga y debilidad, pérdida del apetito, dolor de cabeza, náuseas, trastornos de la visión, pérdida del equilibrio o la parálisis de una cuerda vocal o una parte del cuerpo en caso de metástasis.
El cáncer de pulmón puede provocar en algunos diagnosticados las siguientes complicaciones:
Falta de aire. Algunas personas con cáncer de pulmón tienen dificultades para respirar, ya que, cuando esta enfermedad está más avanzada, puede bloquear las vías respiratorias principales. Asimismo, provoca acumulación de líquido alrededor de los pulmones.
Tos con sangre. El cáncer del pulmón puede ocasionar sangrado en las vías respiratorias, provocando así una tos con sangre (hemoptisis). No obstante, existen tratamientos para poder controlar el sangrado.
Dolores. En la etapa avanzada del cáncer de pulmón se pueden presentar dolores torácicos que se extienden a otras áreas del cuerpo como los huesos. Por ello es importante acudir al médico y poder controlarlo con un adecuado tratamiento.
Líquido en el tórax (derrame pleural maligno). En algunos casos, esta enfermedad puede provocar acumulación de líquido en el espacio que rodea al pulmón (espacio pleural), afectando a la cavidad torácica y generando en ocasiones efectos secundarios como sensación de opresión o pesadez en el pecho, falta de aire, e incapacidad para permanecer acostado y realizar otras actividades.
Metástasis. El cáncer de pulmón puede separar a las células cancerosas del lugar donde se originaron y migrar a otras partes del cuerpo como el cerebro y los huesos formando nuevos tumores.
No una causa específica para que una persona desarrolle cáncer de pulmón. Sin embargo, hay varios factores de riesgo que aumentan la posibilidad de padecer la enfermedad como la exposición al humo del cigarro, radiación ionizante e infecciones virales.
La exposición constante a estos agentes puede llegar a causar cambios sobre el ADN de las células, efecto que se acumula en el tiempo y termina transformando el epitelio que reviste los bronquios del pulmón. A medida que el daño se hace más extenso, las posibilidades de desarrollar cáncer crecen considerablemente.
Sin embargo, tener factores de riesgo no implica que se vaya a desarrollar el cáncer. De hecho, la mayoría de las personas fumadoras no enferman y sí quienes nunca han fumado. Las personas más propensas a tener cáncer son los fumadores de más de 40 años y los adultos mayores; es poco común en personas jóvenes.
Los siguientes factores de riesgo pueden incrementar el cáncer pulmonar:
Se cree que el 80% de muertes por cáncer de pulmón se debe al humo del cigarro, tanto en fumadores como no fumadores. Dejar de fumar reduce de manera significativa el riesgo de contraer otras enfermedades relacionadas con el tabaco, como la bronquitis crónica y las enfermedades del corazón.
El radón es un gas radiactivo que se encuentra en las rocas y en el suelo. Al ser inodoro e invisible, la única manera de saber si uno está expuesto al gas es midiendo sus niveles. Además, la exposición al radón combinada con el cigarrillo aumenta significativamente el riesgo de contraer cáncer de pulmón.
En este caso, los trabajadores que están expuestos al asbesto (como minas, fábricas textiles, molinos), también tienen un riesgo alto de padecer cáncer de pulmón. Por otro lado, estas personas tienen un riesgo de tener mesotelioma, otro tipo de cáncer que afecta a la membrana que rodea a los pulmones.
Las sustancias industriales están relacionadas con el cáncer de pulmón, de las cuales el amianto o asbesto es tal vez la más conocida. No obstante, existen muchas otras, como el arsénico, el uranio, ciertos productos derivados del petróleo, entre otros.
Existen personas con riesgo de padecer este mal en su trabajo. Por ejemplo, mineros que inhalan minerales radiactivos como el uranio y trabajadores que están expuestos a productos químicos como el cloruro de vinilo, el arsénico, los productos derivados del carbón, el gas de mostaza y los éteres clorometílicos.
Estos factores también pueden aumentar el riesgo el cáncer pulmonar:
Los pacientes que anteriormente recibieron radioterapia en el pecho para tratar otro tipos de enfermedades también tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de pulmón, agravándose el caso si la persona fuma.
Debido a la polución en muchas ciudades, el aire puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de pulmón. Sin embargo, este riesgo es menor que el causado por la costumbre de fumar.
El cáncer puede ser causado por cambios o mutaciones del ADN que activan oncogenes o los hacen inactivos a los genes supresores de tumores. Algunas personas, desafortunadamente, heredan mutaciones del ADN de sus padres, lo que aumenta en gran medida el riesgo de desarrollar cáncer.
La tuberculosis y algunos tipos de neumonía, por lo general dejan cicatrices en el pulmón. Estas incrementan el riesgo de que la persona desarrolle cáncer de pulmón por adenocarcinoma.
Los cigarrillos de marihuana contienen más alquitrán que los de tabaco. Al igual que el cigarrillo, el humo se inhala profundamente y se retiene en los pulmones por largo tiempo.
Este polvo, en su forma natural, puede contener amianto. Algunos estudios llevados a cabo en trabajadores de mina y de molinos de talco arrojaron que tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón debido a la exposición al talco de calidad industrial.
Algunas investigaciones lo consideran también como un factor de riesgo, ya que el cigarro electrónico es un suministro de nicotina. En el largo plazo, quienes lo consumen podrían desarrollar cáncer de pulmón, aunque esto es aún materia de más estudios por el poco tiempo que este producto lleva en el mercado.
Como en todas las enfermedades oncológicas, una detección temprana aumenta la esperanza de vida pues permite dar tratamiento antes de que el mal se propague. En el caso del cáncer de pulmón, en los últimos años se ha usado la tomografía computarizada de baja dosis para encontrar aquellas áreas anormales donde se puede presentar las células cancerígenas.
Es importante que las personas con alto riesgo de tener cáncer de pulmón (mayores de 50 años, fumadores o que hayan dejado de fumar tras mucho tiempo) se hagan descartes anuales, pues esta enfermedad no presenta síntomas hasta que está muy avanzada.
Otras pruebas que se usan para encontrar el cáncer de pulmón son radiografías de pecho, tomografías y resonancias magnéticas. Si el médico encuentra algo sospechoso, realizará otra serie de pruebas para tener un diagnóstico definitivo como análisis de las secreciones del pulmón, una toracocentesis para evaluar el líquido que lo rodea o una biopsia de tejido.
El cáncer se puede eliminar y disminuir cuando es detectado a tiempo en sus etapas iniciales, ya que puede tener un mejor tratamiento. De acuerdo con especialistas oncológicos de la Universidad de la Universidad de Chicago, el porcentaje de curación de pacientes con diagnóstico temprano tienen una tasa alta como del 80 % a 90 %.
El estudio del National Lung Screening Trial (Estudio Nacional de Evaluación Pulmonar) realizado a fumadores y exfumadores con sospecha de cáncer de pulmón comprobó que, gracias a la tomografía computarizada (TC) helicoidal con dosis bajas, se pudo diagnosticar con mayor precisión la presencia de una neoplasia que con una radiografía de tórax.
Para elegir un tratamiento del cáncer de pulmón hay que tener claro el tipo de tumor del paciente y el estado de la enfermedad. Los tumores microcíticos y no microcíticos responden de forma diferente a los tratamientos.
Si el carcinoma de pulmón se puede extirpar totalmente mediante una operación, existen muchas probabilidades de curación. Puede ser una extirpación completa o parcial del pulmón, pero solo será posible mientras no metástasis.
Si los ganglios linfáticos circundantes se ven amenazados o si el tumor se ha expandido por el tejido adyacente, puede que sea de mucha utilidad aplicar radioterapia luego de la operación.
En algunos pacientes, se propone primero la quimioterapia o radioquimioterapia. Permite disminuir el tamaño del tumor y proceder a una operación en la que es factible extraerlo con mayor sencillez.
En este caso, la cirugía no es una opción porque la mayoría de veces el diagnóstico se hace cuando el cáncer de pulmón está muy extendido o hizo metástasis. Es poco usual que estos tumores se detecten aún pequeños.
El cáncer de pulmón microcítico es altamente sensible a la quimioterapia, la cual puede llegar a detener el crecimiento de las células malignas y actúa también contra los tumores que hayan producido metástasis en otras partes del cuerpo.
En algunas oportunidades se emplea la radioterapia. Este tratamiento puede combinarse con la quimioterapia y calmar las molestias pulmonares ocasionadas por el tumor o detener la metástasis en los ganglios linfáticos.
La radiación también tiene como objetivo evitar una posible metástasis cerebral. Los médicos a menudo suelen aplicar la radiación a la cabeza, aunque aún no se haya dado la metástasis.
No se puede prevenir el cáncer de pulmón, pero sí tomar medidas para reducir la posibilidad de presentarlo. A fin de evitar el comienzo de un cáncer nuevo, los científicos analizan todos los factores: los que incrementan la posibilidad de presentar cáncer se denominan factores de riesgo; los que reducen la posibilidad de presentarlo son factores protectores.
Es verdad que existen factores de riesgos contra los cuales no se puede hacer nada, como el tener ciertos genes heredados que hacen a una persona más propensa a desarrollar cáncer de pulmón. Sin embargo, hay otros factores que sí pueden ser controlados por los individuos.
La mejor manera de reducir el riesgo de padecer cáncer de pulmón es no tener exposición a agentes que la causan como el radón, el asbesto y otros químicos. Pero lo más importante es no fumar y evitar estar cerca del humo de quienes lo hacen.
Del mismo modo, el ejercicio y unos buenos hábitos de alimentación pueden llegar a ser factores protectores. En general, llevar un estilo de vida saludable es la mejor arma para prevenir muchas enfermedades, entre ellas el cáncer.
Luego del diagnóstico, los pacientes con cáncer de pulmón deben seguir una dieta nutricional de acuerdo al grado de su enfermedad, puesto que, en algunos casos, las personas aumentan de peso tras dejar el tabaco, mientras que en otros los pacientes reducen kilogramos por efectos secundarios como el tratamiento de los tumores.
A continuación encontrarás algunos puntos clave para una adecuada alimentación durante el tratamiento del cáncer de pulmón:
Distribuya alimentación en varias porciones al día. Es importante que pueda ingestar cinco comidas al día, en el desayuno, media mañana, almuerzo, lonche y cena, incorporando alimentos recomendados por un nutricionista. En caso de tener poco apetito, es recomendable distribuir los alimentos del día en porciones pequeñas.
Consuma alimentos con proteínas y energía. Los pacientes con tratamiento deben asegurar que su ingesta de comida sea rica en proteína y energía para reparar el desgaste de los tejidos musculares, esto al menos dos veces al día.
Algunos alimentos recomendados con mejor calidad son las carnes, pescados, mariscos, huevos y la soja. También se puede obtener proteínas mediante los cereales, legumbres, frutos secos y semillas, tales como el arroz, garbanzos, lentejas, o pastas, entre otros. (ver tabla 1)
Alimentos de origen animal |
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Alimentos de origen vegetal |
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Tabla 1: Cuadro de alimentos recomendados para pacientes con cáncer de pulmón.
Las frutas y verduras son una imprescindible fuente de antioxidantes (C, E, A), minerales, fibra y agua para una ideal alimentación, por eso se deben considerar el consumo de estas diariamente.
Los nutricionistas recomiendan que a diario se consuman al menos dos o tres porciones de fruta fresca y dos raciones de verduras, ya sea en su forma cruda o cocida. Estas pueden incorporarse en la dieta de diversas maneras, como en jugos, sopas, licuados o simplemente en su forma natural.
Tomar líquidos es muy importante durante el tratamiento contra el cáncer del pulmón, ya que contribuye a mantener adecuadamente hidratadas las células del organismo. Por esta razón, los nutricionistas aconsejan consumir entre 1.5 y 2 litros de agua diariamente, lo que equivale a unos 6-8 vasos.
El ejercicio físico ayuda con la disminución de la pérdida de masa muscular para mantener una mejor condición física. Para ello es importante pedir a tu médico tratante recomendaciones requeridas de acuerdo a tu estado de salud. Evitar el sedentarismo también será muy beneficioso.
El evitar los factores de riesgo y aumentar los factores protectores puede reducir la posibilidad de tener cáncer, pero no la elimina por completo. Por eso, los chequeos preventivos constantes e ir al médico son una forma de asegurar un buen estado de salud y, de ser el caso, obtener tratamiento y asesoramiento en el momento correcto.
Te invitamos a escuchar nuestro Podcast de la historia del tabaco y de la lucha antitabaco de la COLAT, una organización sin fines de lucro que promueve la reducción del consumo del cigarro en América Latina. ¡También contamos con otros episodios con más información médica de utilidad!.
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